Oraciones Franciscanas

La «Devoción» Franciscana

Según san Francisco y toda la tradición franciscana. La “devoción” es una constante disposición de contemplación y amor respetuoso y familiar a la vez para con las santísima Trinidad; contemplación y amor que rebosa sobre la creación entera, en la cual todos se reconocen hermanos y hermanas.

Bajo la acción del Espíritu Santo que constantemente la purifica, la “devoción” tiende a la plenitud del amor filial hacia el Padre por medio de una mayor intimidad con Cristo, su Hijo y nuestro Hermano.

Así entendida la devoción nos enseña a honrar a la santa Madre de Dios, Nuestra abogada, y a los santos, Testigos del Señor. Nos hace disponibles para con los hijos de Dios y hermanos de Cristo que son las criaturas humanas, muy especialmente para con nuestros padres, amigos y bienhechores de quienes somos deudores.

Este celo respetuoso y atento se dirige naturalmente hacia toda la creación que el Espíritu Santo sostiene y anima mientras “anhela, también ella, la manifestación de los hijos de Dios.” (Rom. 8, 19)

Por toda la belleza que el Altísimo ha derramado en el mundo y por las conquistas de la inteligencia humana, los hermanos y hermanas de Francisco dan gracias al Señor e invitan a todos los seres a alabarlo. Fortalecidos por la gracia, siempre están dispuestos a acoger fraternalmente el dolor, la vejez y la muerte.

Oraciones

Al entrar a una Iglesia:

1

Adorámoste,
Santísimo Señor Jesucristo aquí
y en todas tus Iglesias que hay en todo el mundo, y te bendecimos,
pues por tu santa cruz redimiste al mundo. (T5)

Para pedir la gracia de hacer su voluntad:

2

Omnipotente, eterno y misericordioso Dios,
concédenos a nosotros, hombres miserables,
hacer por Ti lo que sabemos Tú quieres
y siempre querer lo que te agrada;
para que interiormente purificados,
iluminados y encendidos por el fuego del Espíritu Santo,
podamos seguir las huellas de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, y por sola tu gracia
llegar a Ti, ¡oh Altísimo! Que vives y reinas en Trinidad perfecta
y muy simple Unidad, y eres glorificado,
Dios Omnipotente, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
(3C 50-52)

3

¡Oh Dios grande y glorioso,
Señor mío Jesucristo
ilumina, te ruego las tinieblas de mi mente,
dame una fe recta, una asegurada esperanza,
y un amor perfecto!
Haz que te conozca ¡Oh Señor!
Para que en toda cosa todo lo haga
conforme a tu verdadera y santa voluntad. Amén. (AM)

Para pedir amor:

4

Mi Dios y mi todo,
¿Quién eres Tú,
dulcísimo Señor mío?
Y ¿quién soy yo, gusanillo
tu servidor? ¡Cuánto quisiera
amarte, santísimo Señor mío!
¡Cuánto quisiera amarte,
Señor mío dulcísimo!
¡Señor mío y Dios mío,
te entregué todo mi
corazón y todo mi cuerpo,
y ardientemente anhelo darte más,
si supiera qué más darte! (LC)

5

¡Oh, Señor, te ruego
que el ardor abrasador
y dulcísimo de tu amor
tanto absorba mi mente,
librándola de todo apego terrenal,
que pueda morir yo por amor de tu amor,
oh Tú que por amor de mi amor
te dignaste morir! (AV)

6

Señor mío Jesucristo
dos gracias te ruego me
concedas antes de morirme;
la primera, que sienta yo
en cuerpo y alma, en cuanto
sea posible, el dolor que Tú,
dulcísimo Jesús;
sufriste en tu dolorosísima Pasión;
la segunda, que sienta yo
en mi corazón, en cuanto
sea posible, aquel amor
sin medida que te abrasaba
y te llevó, Hijo de Dios,
a sufrir gustoso por nosotros pecadores esta misma
dolorosísima pasión. (3CS)

Alabanzas a Dios:

7

Sólo Tú eres Santo,
Señor Dios, y solo Tú
obras maravillas.
Tú eres fuerte, Tú eres grande;
Tú eres el Altísimo;
Tú eres el Todopoderoso,
Tú, Padre santo,
Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres Trino y Uno a la vez,
Señor Dios, Bien total;
Tú eres el único Bien;
Tú eres todo Bien;
Tú eres el sumo Bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres caridad y amor;
Tú eres sabiduría. Tú eres humildad;
Tú eres paciencia;Tú eres
seguridad; Tú eres descanso;
Tú eres alegría y alborozo;
Tú eres equidad y templanza;
Tú eres riqueza sobradísima.
Tú eres la belleza; Tú eres la dulzura;
Tú eres nuestro amparo;
Tú eres nuestra salvaguardia;
Tú eres nuestra defensa; Tú
eres la fuerza, Tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza;
Tú eres nuestra fe; Tú eres
la gran dulcedumbre nuestra.
Tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor
¡Oh Dios Todopoderoso, nuestro
dulcísimo y misericordioso Salvador!