Nuestra Vida

Los franciscanos capuchinos somos una orden de hermanos consagrados Dios por medio de los consejos evangélicos de obediencia, sin nada propio y castidad. Algunos de los hermanos son sacerdotes y otros son hermanos legos. Ambos sirven a Dios según la manera particular a la cual cada uno fue llamado.

Los orígenes de los capuchinos se remontan a 1525, como una reforma de la orden franciscana impulsada por un grupo de hermanos que quisieron vivir más de cerca la regla y el testamento de San Francisco.

Particularmente buscaron una forma de vida más contemplativa unida a una observancia más estricta de la pobreza de acuerdo con las tradiciones originarias de la orden. Perseguidos inicialmente por su ruptura con los franciscanos, los Capuchinos fueron reconocidos oficialmente como orden independiente el 3 de julio de 1528 por medio de la Bula Religionis Zellus, del papa Clemente VII.

Los capuchinos son conocidos por el hábito marrón y la capucha larga. El nombre de Capuchinos viene de la forma peculiar de usar el capucho. Lo que en un principio fue como un apodo, se ha convertido en el nombre oficial de la Orden El nombre de nuestra orden viene precisamente de la capucha. Los hermanos siempre se han caracterizado por su cercanía al pueblo “los frailes del pueblo”.

Una característica de los capuchinos es la minoridad, por eso buscamos los lugares más pobres y donde hay más necesidad. Nuestro carisma es vivir el evangelio, por lo tanto nos dedicamos a servir a la gente de diversas maneras. Podemos encontrar a un hermano atendiendo un comedor popular, visitando un hospital o una prisión. Otros estarán en una parroquia, o enseñando en un colegio o una universidad, o de misión en algún lugar lejano e incluso haciendo compras en el mercado. En cualquier trabajo que hacemos nos esforzamos por “ser menores” de corazón.

Un capuchino es muchas cosas a la vez. Es, sobretodo, un hermano entre hermanos y un hombre de oración. Los hermanos capuchinos cimientan su vida y servicio en estos dos ejes esenciales: la oración y la fraternidad.

Centrados en la Eucaristía y apoyados por un amor especial a la Virgen Maria, nuestra oración personal y comunitaria alimenta nuestra relación con Dios y de este modo podemos realizar nuestro servicio.

Junto con la oración, la fraternidad es de gran importancia a un hermano capuchino. Esta vida fraterna es el calor del hogar que nos cuida y protege, y es nuestro primer testimonio para a un mundo solitario y enajenado. Nuestra fraternidad, cuando es vivida auténticamente, es un testimonio de la vida evangélica en la cual, a imagen del Señor, que lavó los pies a sus discípulos para demostrar que vino para servir, nos servimos unos a otros.

Un capuchino es un hombre enamorado de Dios que vive para su servicio ¿Se puede resumir la esencia de nuestra vida en pocas palabras? San Francisco de Asís lo creyó y nos dejó escrito lo siguiente:

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La regla y la vida de los hermanos menores es ésta:  vivir el Santo Evangelio santo de nuestro Señor Jesucristo
Regla de San Francisco